Sunday, March 1, 2009

Sólo se que no se nada.

Un chico ruandés que conocí ayer por la noche intentaba explicarme entre botella de agua y cerveza cómo funciona África. “(…) en África el que tiene más está obligado a repartir. A veces es solo la Comunidad familiar, los amigos, los amigos de los amigos pero en muchas ocasiones son desconocidos en un bar un viernes por la noche que sencillamente saben que ganas – o tienes - más dinero que ellos. (…)” Es este patrón social el que determina el estatus y el poder de un africano en su sociedad y el que le condena de por vida a dar a aquellos que tienen menos. Nada tiene que ver con “altruismo” pues no es un acto voluntario sino un acto “obligado”, una convención social. Y de este modo se agrupan y se encadenan entre ellos pues siempre habrá alguien por encima que tenga más que tú y alguien por debajo que tenga menos. Y esta es una de las bases de su complejo tejido social. Si tuviera que etiquetarlo, lo haría como una especie de capitalismo-comunista. Tener más te convierte en alguien pero te fuerza a repartir sin límite de gasto preestablecido. Recibir te hace dependiente y de algún modo te conviertes en un mendigo socialmente aceptado. Lejos de juzgarlo desde una óptica Occidental te planteas que ciertos valores morales sencillamente funcionan de manera distinta. No por ello incorrecta. Y mientras mi nuevo amigo estuvo sentado en una mesa charlando conmigo recibió en cuestión de tres horas la intrusión de por lo menos seis individuos – hombres y mujeres indistintamente – que se le acercaban como lo haría en Europa un amigo al que hace tiempo que no ves y te alegras de abrazar. Por debajo de sonrisas y palabras en kinyarwanda, francés e inglés (que es el último grito) se deslizaba de un lado a otro un billete – sigiloso pero decidido – que acabaría en manos de un camarero a cambio de una cerveza aquella misma noche. Confusa, le pregunté si eran amigos. Ingenua! debió pensar. Era la primera vez que los veía en su vida. Y en su cara había orgullo porque dar significa ser alguien al que otros necesitan y del que de algún modo dependen. No era una relación llana sino claramente jerarquizada e impalpable para el ojo ajeno que en este caso era yo. No había un ápice de diferencia aparente entre las dos personas. Algo me rondaba la cabeza y le hice la pregunta. - “¿Qué pasaría si un día se acercara uno de estos desconocidos y no quisieras darle nada? - “Tendría problemas.” - me respondió. “Esto funciona así Inés. Si tienes y no das la gente te acabará odiando así que mientras sean educados los saludo, finjo que nos conocemos y les invito a una bebida o les pago un taxi de vuelta a su casa. Así es como nos ganamos a la gente aquí, es una manera de hacer amigos.” Y entonces se inclinó hacia mi y me pregunto si quería otra botella de agua. Asentí y le di las gracias por invitarme a lo que añadió: “en África no tienes que dar las gracias a alguien por invitarte a una bebida”. Y mientras observaba a mi nuevo amigo sentada en un tamburete de madera con mi inseparable botella de agua bien agarrada en la mano me daba cuenta de que hace falta algo más que una intermitente vida en Ruanda para entender una cultura tan compleja. Aquella noche me sentí muy pequeña y alejada de un mundo que cuanto más conozco, más me cuesta entender y más respeto me impone.

3 comments:

Anonymous said...

Ines, yo creo que cuando das algo lo has de hacer por altruismo no por obligación. Creo que esto explica muchas cosas de los africanos, pero delos africanos poscolonialistas, imaginate lo que deben de pensar cuando nos ven a nosotros los blancos que podemos pagar 1000€ para viajar hasta su continente. Me apena ver que se convierten en mendigos y son capaces de perder asi su dignidad, esto no pasa con los samburu por ejemplo. alli no ha llegado...todavia

Anonymous said...

Anonymous es chuli

Anonymous said...

si son tan profundamente altruistas ¿por qué cuando se convierten en presidentes y realmente ven sus bolsillos llenarse de monedas entonces se olvidan del pueblo...? dice la kikuyu premio novel de la paz Wangari Maathai que muchos africanos han perdido los verdaderos valores de su etnia y han adquirido los truncados patrones de los racistas e injustos colonos (de aquel entonces)

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