Ser un mzungu* en África es ser un esclavo libre y rico cumpliendo condena por la resaca de una historia que siempre nos precederá. Una historia en la que los más valientes ejércitos del primer mundo se emborracharon de poder y soberbia en tierras africanas.
Es la lucha desesperada del idealista.
El paraíso del tirano.
El autoengaño del romántico.
Ser mzungu nos permite pisar África y una vez allí nos aleja de ella. Levanta un muro infranqueable de racismo y lo disfraza de “amistad” apestada de necesidades materiales.
Tras una dura jornada, cierras los ojos y deseas que caiga la noche, que te cubra por completo y maquille la palidez de tus rasgos. En la noche, las sombras son sombras. Los ojos ajenos no te desnudan. Los silbidos cesan y dejas por unos instantes de ser aquello que han querido que seas. De ser aquello que ni te han preguntado si quieres ser.
Supongo que soy una idealista. Sigo creyendo que algún día - no muy cercano - nos mezclaremos tanto que el color no separará nuestros caminos. Algún día no tendremos que refugiarnos en guetos primer mundistas dónde encontramos hoy el respeto y la igualdad para seguir respirando. Supongo que algún día dejaremos de señalarnos con el dedo para lavar nuestros pecados y empezar de nuevo.
No pretendo entristecer a los románticos. Gracias a ellos nos acercamos a África con la esperanza de encontrar en nuestro camino gente que quiera regalarnos amistad a cambio de nada. Y gracias a ellos la encontramos. Encontramos a los pioneros que mueven el mundo desde sus pequeños rincones. Son ellos los que llenan nuestros proyectos y sueños en África.
Sólo por ellos merece la pena seguir siendo un idealista.
*mzungu: blanco. Extranjero para los “amigos”.
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mille collines
África Digna aterrizó en Ruanda representada por Mercedes – la Presidenta – y Cris – responsable de proyectos - para supervisar la futura escuela primaria de la asociación Tujijurane. Antoinette las esperaba con gran emoción. Emoción que transformó en un ramo de rosas naranjas.
Tujijurane necesita mejor gestión y mano dura. Trabajar con pobres es tan difícil como tener que negarle a un niño cuyos padre no pagan su derecho a la escolarización. Pero del aire no viven los maestros, ni el material para las clases, la secretaria, la electricidad o el agua. Antoinette es el corazón de Tujijurane. Es la inspiración de aquellos que la siguen en la asociación y el motor de una idea visionaria y moderna. Pero Antoinette es un corazón al que le cuesta negar causas pragmáticas y justas que aseguran la sostenibilidad de un legado y su correcto funcionamiento. Para las causas justas y dolorosas Antoinette ha elegido a Irène, el cerebro de la asociación, una mujer de fuerte carácter e ideas muy claras. Ella será la responsable de la gestión de la asociación. La mala de la película, la que negará la entrada a un niño cuando aparezcan números rojos a final de mes.
La avalancha de construcciones en la ciudad de Kigali obliga a expropiar a mucha gente de sus casas, de barrios en los que han crecido y formado sus pequeños comercios. Pero esa es la línea del capitalismo. El desarrollo y expansión de las capitales más pobres de África debe suceder y para ello muchos abandonarán sus casas a marchas forzadas para dejar sitio a los grandes edificios que acogerán la actividad económica de este pequeño país situado en el corazón de África.
***
África Digna compartió cuatro días de nuestra rutina en Kigali. Cuatro días en los que tuvimos tiempo para todo. Muchas reuniones útiles empalmadas casi con cronómetro y largas conversaciones; entre velas y sillones ruandeses en el cactus, atardeceres de palomitas y cerveza en el acogedor porche de Elisa, camareros enfundados en saris en el indian kazana entonando “welcome, welcome, welcome” con gorros de año nuevo – o en el chino dónde no tienen pas de rien, olala, solo una interminable mesa compuesta por la variopinta flota de españoles residentes en Kigali. Ingenieros civiles representantes de la compañía Espina más sus 3 capataces de obra traídos a golpe de avión desde lejanas tierras ibéricas a la de las mil colinas dónde creían que los taparrabos aún formaban parte de su indumentaria habitual. Varios cooperantes de organizaciones muy diversas, románticos de África, curtidos y llenos de actualidad africana. Dos majas pamplonicas voluntarias en una misión de monjitas católicas ansiosas por conocer más. Varios diplomáticos y África Digna, integradísima en el folclore, demostrando como buenos catalanes que un Toyota corola aún rodeado de 4x4 potentes no deja de ser un vehículo económico y suficiente para los caminos polvorientos de Kigali, siempre y cuando no te confundan con un taxi...
- A Cris y a madre/suegra chula; por regalarnos cuatro días imborrables en esta aventura que hemos emprendido de la que siempre formareis parte. -
Tujijurane necesita mejor gestión y mano dura. Trabajar con pobres es tan difícil como tener que negarle a un niño cuyos padre no pagan su derecho a la escolarización. Pero del aire no viven los maestros, ni el material para las clases, la secretaria, la electricidad o el agua. Antoinette es el corazón de Tujijurane. Es la inspiración de aquellos que la siguen en la asociación y el motor de una idea visionaria y moderna. Pero Antoinette es un corazón al que le cuesta negar causas pragmáticas y justas que aseguran la sostenibilidad de un legado y su correcto funcionamiento. Para las causas justas y dolorosas Antoinette ha elegido a Irène, el cerebro de la asociación, una mujer de fuerte carácter e ideas muy claras. Ella será la responsable de la gestión de la asociación. La mala de la película, la que negará la entrada a un niño cuando aparezcan números rojos a final de mes.
La avalancha de construcciones en la ciudad de Kigali obliga a expropiar a mucha gente de sus casas, de barrios en los que han crecido y formado sus pequeños comercios. Pero esa es la línea del capitalismo. El desarrollo y expansión de las capitales más pobres de África debe suceder y para ello muchos abandonarán sus casas a marchas forzadas para dejar sitio a los grandes edificios que acogerán la actividad económica de este pequeño país situado en el corazón de África.
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África Digna compartió cuatro días de nuestra rutina en Kigali. Cuatro días en los que tuvimos tiempo para todo. Muchas reuniones útiles empalmadas casi con cronómetro y largas conversaciones; entre velas y sillones ruandeses en el cactus, atardeceres de palomitas y cerveza en el acogedor porche de Elisa, camareros enfundados en saris en el indian kazana entonando “welcome, welcome, welcome” con gorros de año nuevo – o en el chino dónde no tienen pas de rien, olala, solo una interminable mesa compuesta por la variopinta flota de españoles residentes en Kigali. Ingenieros civiles representantes de la compañía Espina más sus 3 capataces de obra traídos a golpe de avión desde lejanas tierras ibéricas a la de las mil colinas dónde creían que los taparrabos aún formaban parte de su indumentaria habitual. Varios cooperantes de organizaciones muy diversas, románticos de África, curtidos y llenos de actualidad africana. Dos majas pamplonicas voluntarias en una misión de monjitas católicas ansiosas por conocer más. Varios diplomáticos y África Digna, integradísima en el folclore, demostrando como buenos catalanes que un Toyota corola aún rodeado de 4x4 potentes no deja de ser un vehículo económico y suficiente para los caminos polvorientos de Kigali, siempre y cuando no te confundan con un taxi...
- A Cris y a madre/suegra chula; por regalarnos cuatro días imborrables en esta aventura que hemos emprendido de la que siempre formareis parte. -
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