El circo ya está en marcha.
Se acabaron los azules cielo y los rojos estridentes de algodón “ginga” ahora tenemos que apostar por estampados atrevidos de los algodones más naturales (Ibitengues: paños ruandeses) para crear los ejemplares definitivos de nuestra colección, los primeros ya están en la incubadora. He instalado mi estudio definitivamente en el taller para no olvidar detalle; lo forma una mesita de madera mantel incluido, un sofá marrón de terciopelo acrílico, vistas a la mesa de la secretaria (Eugenie) y la puerta; recibimos visitas todo el tiempo. Me gustan las coordenadas del estudio. Facilitan la proximidad con los productos creados y con sus creadores. A menudo conozco a personajes que enlazo más tarde con áreas distintas del proyecto (serigrafía para camisetas, proveedores de tejido, ex propietarios de empresas de indumentaria…) es un privilegio estar ahí. El despacho interior lo comparto con Antoinette, de ese modo podemos convocar las reuniones y trabajar con más intimidad.
La cama de la siesta la usamos como caja fuerte para guardar los objetos más valioso que llevamos encima. En casos extremos se convierte en el catre para el costurero que ha cojido malaria o tiene enfermedades digestivas.
Claude está enfermo estos días pero ha intentado ocultarlo. Hace dias que sufre fuertes diarreas y ha perdido el apetito. Ayer le dimos manzana y le obligamos a tumbarse en el catre de siesta a descansar, empezó a comer algo. Hoy se encuentra mucho mejor.
Hemos sufrido una gran perdida. Desde el lunes 21 Monsieur Président, Paul Kagame, ha prohibido la entrada de motos (business motos) al centro de la ciudad. Las estadísticas realizadas por el gobierno demostraban que las motos eran las máximas causantes de los 4 accidentes diarios que tenían lugar en en centro de la ciudad de Kigali. Otros factores han contribuido. El presidente considera que la mayoría de gente evitaba comprarse zapatos nuevos tras la posibilidad de transportarse en moto en vez de caminar.
Voy a echarlas tanto de menos, eso Mr. Kagame no lo sabe. Tan solo 50 centímos (300 francos ruandeses) por pasearte por la ciudad tuvieras o no un objetivo y siempre con la brisa a tu favor para refrescarte (* en este espacio de publicidad no incluímos el riesgo inminente de sufrir graves lesiones o incluso la muerte, viajando en moto por una ciudad sin semáforos, sin casco y en la que la ley del más rápido impera en la vía).
Eran uno de mis momentos de evasión preferidos, habrá que sustiruirlos o viajar hasta Goma dónde todo vale.
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mille collines
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